El Banco Central de Uruguay se convirtió en el primero en Sudamérica que comenzó a reducir los costos de endeudamiento tras recortar su tasa de interés un cuarto de punto, para ubicarla en 11,25 por ciento, mientras la inflación pierde terreno en la economía.
Entre 2021 y 2022, el ente monetario elevó la tasa en 700 puntos para ubicarla en 11,5 por ciento, después que la inflación rondará el 10 por ciento en 2022. La decisión marcó el primer recorte de tasas desde que adoptó una tasa de referencia como herramienta de política durante la pandemia.
El órgano monetario detalló que la decisión va en linea con la continuidad de la política monetaria contractiva y con el objetivo para llevar la inflación dentro del rango objetivo entre 3 y -6 por ciento.
La mayorías de bancos centrales de América Latina mantienen sus tasas en máximos de varios años, a pesar que la inflación retrocede de forma gradual después de alcanzar dos dígitos en 2022.
Gran parte de los funcionarios que manejan la política monetaria están preocupados porque una posible relajación prematura pueda hacer que repunte los precios al consumidor, un escenario que dañaría la credibilidad de los distintos entes monetarios.
En Brasil, las consecuencias económicas por las altas tasas impulsaron al presidente Lula da Silva a reprochar las decisión del banco central por estrangular el crecimiento económico de Brasil.
Diego Labat, responsable del Banco Central de Uruguay, fue criticado por los exportadores que señalan que los altos costos está contribuyendo a sobrevalora la moneda. El peso ganó 2,3 por ciento, en lo que va de 2023, tras fortalecerse cerca de 12 por ciento el año pasado.
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