El banco central de Turquía sorprendió a los mercados este jueves al reducir su tasa de interés, a pesar de que la inflación ronda el 80%. La moneda de Turquía, la lira, cayó 0,9% frente al dólar, cotizando a más de 18,1 por dólar tras la noticia, cerca de mínimo histórico.
La principal tasa del país, que había estado 14% durante siete meses, fue bajada a 13% en total discrepancia con las medidas de otros bancos centrales en el mundo.
El gobierno diseño varias propuestas diplomáticas a los estados del Golfo ricos en petróleo, para reparar lazos previamente tensos para atraer inversiones necesarias, y se ha mantenido abierto a negocios y comercio rusos a pesar de las sanciones de Occidente.
La inflación de Turquía en julio aumentó al 79,6% interanual, el nivel más alto en 24 años, mientras el país lidia con el aumento de los costos de los alimentos, combustible y una política monetaria poco ortodoxa del presidente Recep Tayyip Erdogan.
Tasas: La mamá de todos los males
El aumento de los precios al consumidor afectó duramente a la población de 84 millones, y pocos esperan una mejora en el corto plazo por la guerra en Ucrania, el aumento de precios de la energía y productos alimenticios, además de una libra reprimida y debilitada.
Turquía ha crecido rápidamente en años anteriores, pero en los últimos años el gobierno se ha negado a endurecer la política monetaria para calmar la inflación, describiendo las tasas como la «mama de todos los males».
Erdogan ordenó al banco central reducir las tasas incluso cuando la inflación sigue subiendo. Los funcionarios del órgano monetario expresaron oposición fueron despedidos; el banco central tuvo cuatro gobernadores diferentes en los últimos dos años.
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